Hace algunos días estaba husmeando en las redes sociales y a propósito del día internacional de la mujer, del #nuevenadiesemueve, y de las diversas manifestaciones que las miles de mujeres han hecho para reclamar justicia, seguridad, tranquilidad, paz, vi un vídeo de una mujer que estaba realmente molesta, muy enojada, llena de ira, ella en el vídeo, ella expresa su dolor, su ira hacía lo que le paso, hacía las autoridades, hacía la vida, hacía la perdida de su hija. ¡Que fuerte! esta molesta con todos y ella dice su razón, una razón fuerte, poderosa, dolorosa: "Me mataron a mi hija"
Quiero aclarar que no estoy a favor de destrozar monumentos, quemar, romper, sin embargo... no puedo imaginar el dolor de una madre al perder una hija, el dolor de que se le arrebaten los sueños, ilusiones a el fruto de su vientre, de perder a un ser que tenía un futuro por delante, y que esa vida no haya sido perdida sino arrebatada, quitada por alguien que sintió que podía tomar algo que no le pertenecía, a un ser que decidió que podía herir a alguien, que probablemente eligió matar, porque ella sabía quien era, o porque se canso de usarla, o de violarla, o de que gritará, o llorará, en fin una persona, o varias personas que creyeron que esa mujer, todas esas mujeres eran objetos que se podía usar y luego desechar cual basuras, tirarlas a la calle, en las condiciones más deplorables, en bolsas de basuras, desnudas, quemadas, cortadas, desangradas, desgarradas, tiradas como despojos humanos cuando antes, unas horas antes, unos días antes, en casa eran la cosa más preciada para sus padres, para sus hijos, para sus hermanos, no eran solo números, eran personas, mujeres como tu y yo, eran nombres con futuros, con sueños, con ilusiones eran vidas, sagradas vidas.
No imagino el dolor y desesperación de esas familias que, desde el momento que ellas desaparecieron, sintieron, el infierno de ver las horas pasar y no saber nada de ellas, la angustia de no saber donde están sus hijas, sus madres, sus hermanas, sus amigas, sus compañeras de clase, de trabajo, el terror de oír el teléfono sonar y pensar que esa llamada traerá malas noticias, la desesperación de buscar esos rostros conocidos entre la gente, de pensar lo peor, de imaginar el sufrimiento de los seres que amas, de no poder cerrar los ojos o despertar de esas horribles pesadillas. con el sobresalto de saber que la realidad es peor que la pesadilla, que vives una pesadilla de la que quieras despertar y dejar atrás, pero, no es así, la pesadilla de perder a tu princesa, tu nena, tu pequeña, tu mamy, tu nana, tu amiga, comadre, es real, es cruel, pero es cierta, por ello, solo por ello, y aunque no estoy de acuerdo, intento entender que el dolor, la ira, nos lleva a tomar decisiones equivocadas, que a veces pueden lastimar a otros, que la ira nos ciega, que es una mala compañera, que el dolor destruye, primero a la persona que lo vive, y muchas veces a quien esta cerca de la persona que tiene ira, que esta enojada, que poco a poco llena tu cuerpo de veneno que te mata lentamente, y en lugar de juzgar a esas personas, tenemos que entender que, a veces no son ellas hablando si no la ira que esta dentro y que busca una forma de salir, aunque no estoy de acuerdo con la violencia, entiendo su dolor y solo puedo decirle que tu voz ha sido oída, tu voz se escucho, tu dolor lo sentí, tu ira se trasmitió y aunque lo siguiente que voy a decir, puede sonar muy egoísta, tu voz, tu lamento me hizo dar gracias a Dios de que sigo viva, de que mis seres queridos de aquellas mujeres que tanto amo, sigan vivas.
Hoy escribo esta entrada para ti, para que tu voz se siga oyendo, para que su voz siga recorriendo las redes y se sepa que tu dolor sigue tan fuerte como el primer día que ella desapareció.
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