En la vida tomamos decisiones todo el tiempo, desde que abrimos los ojos, decidimos si nos levantamos o no, decidimos día con día qué ropa nos pondremos, qué zapatos, si desayunamos o no, si abordamos el primer transporte que pasa o el siguiente, en fin, tomamos decisiones, a veces pequeñas y otras más grandes como qué carrera estudiar, con quien me voy a casar, los hijos que voy a tener, que auto comprar, a donde viajar, nuestra vida esta llena de decisiones.
El día de hoy quiero compartir con ustedes, una decisión, qué para mi es la mejor que he tomado en muchos años, que, aunque en un principio, aparentemente no gane nada, al final, me dí cuenta que fue la mejor decisión de mi vida, hasta este momento.
Como les había comentado con anterioridad, mi mamá falleció hace ya casi dos años, pero previo a esa perdida tan fuerte, mi mamá había estado convaleciente en un hospital, de hecho el último mes de su vida lo paso en un cuarto de hospital, para acompañarla, entre nosotros hicimos un rol de visitas y cuidados, de tal suerte que ella no permaneciera sola, ella estuvo de gravedad el último mes por lo que la compañía de un familiar permanentemente era obligatorio.
Conforme el mes fue pasando el desgaste físico y emocional se fue apoderando de todos y cada uno de nosotros, de tal suerte que, la última semana que ella estuvo con vida las fuerzas que teníamos no eran suficientes para cuidarla, mis tías, hermanas de ella, nos acompañaron, sobre todo para el cuidado de mi mamita por las noches. El último lunes que ella nos acompaño en la tierra, en la noche no había nadie disponible para ir a cuidarla, ninguno de mis hermanos podía, uno de ellos el más pequeño ya llevaba más de 36 horas en el hospital y me llamo para preguntar si yo podía ir a quedarme, yo le dije que no, porque pensaba que al siguiente día, tendría que ir a trabajar, y debido a que yo no vivo en la cuidad, el recorrido para llegar al hospital y mi trabajo era de 3 horas o más. Sin embrago, cuando termine la llamada, un sentimiento raro llego a mi corazón, así que, decidí ir.
Cuando mi hermano llamo, ya eran casi las 7 de la noche, por lo que tome la primera ropa que encontré, pedí un taxi que me sacará del pueblo en el que habito y me llevará a tomar el camión que me llevaría a la Cuidad de México. El camino se me hizo eterno, ese día llovía fuertemente, no había cenado, en el camino, compre un jugo y unas galletas y me fui con rumbo al hospital, cuando llegue, estaba totalmente oscurecido, camine entre charcos de agua de la lluvia que seguía cayendo sobre mi.
Entre al hospital y camine por los pasillos, iba tan rápido, para llegar a ella.
Cuando por fin llegue al cuarto donde estaba, ella miraba hacía la puerta con ansias, con angustia, llegue y la abrace muy fuerte y le dije: "Mamita, ya estoy aquí"ella me abrazo con mucha fuerza, la llene de besos, fue una noche muy larga y difícil ella tenía mucho dolor, yo no sabía que hacer, llamaba a la enfermera y doctor y le pusieron los medicamentos más fuertes que podían, debido a su condición tan delicada, el medico me dijo que si le daban un medicamento más el cuerpo de mi mamá no lo resistiría.
A ella le gustaba mucho que yo la peinará, ella decía que le recordaba cuando yo era pequeña, la peine, le sobe su garganta, e intente que durmiera, si cierro los ojos, puedo recordar las últimas palabras que oí de sus labios, ella me decía repetidamente, "Si me duermo ¿tu me cuidas?" y yo siempre contestaba que si, pero no dormía, cuando yo pensaba que ya estaba dormida se despertaba sobresaltada, yo la acariciaba, le cantaba, la abrazaba, pero ella no quería y podía dormir, ella simplemente no dormía, casi cuando ya estaba por amanecer, le dije mamy tienes que descansar y ella con una voz tan dulce y tierna me dijo:"Déjame disfrutar el tiempo que paso contigo" como si ella supiera que era la última vez que la vería con vida, como si se estuviera despidiendo de mi, yo le dije que nos veríamos otra vez el siguiente fin, pero no fue así, esa fue la última vez que la vi, que la abrace, que oí su voz, que pude estar cerca de ella con vida. Fui la última de sus hijas a la que reconoció, después ella ya no reconoció a nadie más, más que a mi hermanita el día de su muerte.
Yo no sabía que sería la última vez que la vería, que la abrazaría y sentiría su calor, aunque dude en ir, incluso en el camino estaba arrepentida de ir, fue la mejor decisión que tome, la vi con vida, sentí su amor y ahora definitivamente no me arrepiento de ello. Doy gracias a Dios por darme la oportunidad de estar cerca de ella por última vez. Esta decisión cambio todo...
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